Etapa de casi cien kilómetros la que hemos
disfrutado este último domingo. La ruta nos llevaba hasta Nigüelas atravesando
por la Malaha, Padúl y Dúrcal y vuelta por el mismo camino salvo el final que
lo hicimos por Vegas del Genil.
A las 8 de la mañana nos poníamos a la faena
Jorge, Samuel y José Antonio. Por diversas razones el resto de los habituales
no salieron. A pesar de estar ya en pleno mes de mayo el calor de los últimos
días no hizo presencia, también faltó. Un día soleado pero relativamente frio
que se notaba en los brazos nada más empezar.
Bonita vista de Sierra Nevada desde Nigüelas |
Una vez pasada la localidad de Santa Fe,
comenzamos a subir lentamente hasta lo que unos llaman el alto de las palmeras
donde Jorge corona primero. La corta bajada permite la reunificación del
grupito ya que Samuel se había quedado un poco descolgado. En esta zona, hasta
el suspiro del moro, el aire casi siempre hace presencia y hoy no podía ser
menor, pero no con tanta intensidad lo que permitió rodar alegremente y
plantarnos en las rampas del Suspiro del moro. Esta subida, corta hace que
entremos en calor y así Jorge y José Antonio tienen un mano a mano en la cual a
mitad Jorge cede y corona José en solitario. El descenso es rápido y salvo una
pequeña parada que hicimos para ajustar el cambio de Jorge que tan amablemente
resolvió un colega, nos plantamos en el repecho de la variante de Dúrcal. A la
carga de nuevo Jorge al que se le pega como una lapa Samuel, esta vez es José
Antonio el que no entra al trapo y se queda más rezagado. Los dos llegan juntos
al final y tras recuperar aliento y todos juntos comenzamos a subir hacía
Nigüelas, una rampa de apenas kilometro y medio no muy duro y de nuevo Jorge y
Samuel que se van.
Tras unos cafelitos calentitos, el día lo
pedía, y después de unas fotillos contemplado el hermoso paisaje de Sierra
Nevada, ponemos rumbo de vuelta. La primera parte hasta Padúl se hace muy
rápida, con miembros de una peña de Maracena. La subida por esta vertiente del
Suspiro del moro es más tendida pero más larga y con el agravante del aire que
empezaba a sentirse con más fuerza. Así, juntos y con Jorge tirando del carro
llegamos al último repecho donde se suceden los acelerones de Jorge al que
responde José Antonio llegando los dos a la cima y quedando Samuel retrasado.
El resto de la etapa se hace a ritmo muy
alegre, el terreno es ya muy favorable y nos vamos distrayendo durante un buen
trecho con las maniobras de varios helicópteros de la base de Armilla.
Esta paz y tranquilidad solo se vió alterada
cuando a falta de unos 2 km para llegar al cruce con Belicena nos paso una
grupeta que venía a mil por hora, nos
enganchamos como pudimos pasando de los placidos 35 km/h a ponernos a 45 km/h,
una serie en toda regla, menos mal que las máquinas tomaron dirección contraria
a la nuestra….
Resumiendo, una etapa larga, sin puertos
significativos pero con subidas cortas que alegraron el cotarro, con un Jorge
batallador todo el día que tuvo que lidiar con los relevos que se daban Samuel
y José Antonio.
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