20/09/2015. Etapa nº 33 RETO ALPUJARREÑO.
Último domingo del verano con un tiempo
excelente y que menos que despedir los calores con un etapón para recordarlo
cuando llegue los rigores del frio. El
lugar elegido en consonancia con las expectativas y el recorrido, duro y
exigente como tiene que ser: 100 kms por territorio alpujarreño, territorio de
batallas, de gestas, de superación personal.
A las ocho y media de la mañana ya estábamos
preparados para emprender la ruta: Samuel, Juanma, Jorge, Paco y José Antonio,
el resto de compañeros por diversos motivos no pudieron venir pero seguro que
nos tuvieron presentes.
La mañana se presentaba de la mejor manera,
un tiempo fresquete pero soleado, sin apenas aire y un recorrido que nos
desafiaba, por delante 100 km con un primer tercio exigente en constante subida
hacía Cádiar. La segunda parte mucho más llevadera con un largo descenso hacía
Albuñol y por último la parte más dura de la jornada, el ascenso al Haza del
Lino que tendría como colofón la espectacular bajada hacía nuestro punto de
partida.
Pero vayamos por partes, nada más salir y una
vez cruzado el puente sobre el rio Guadalfeo, apenas 200 metros ya tenemos la
primera subida del día, la que nos llevará hasta cerca de Torvizcón, son 5 km
que por ser los primeros km se pillan con las fuerzas intactas pero también con
las piernas casi dormidas, cuesta trabajo hacerse a la idea pero amigos no hay
más remedio que remangarse y ponerse al tajo, de testigo algunas cabras
salvajes que nos salen al paso avisándonos de lo agreste del terreno y de lo
que nos espera.
Jorge y Juanma llevan tiempo sin salir con
nosotros y con pocos km en los últimos meses pero no se querían perder este
reto y echándole valor pegan los primeros resoplidos, el ritmo es tranquilo,
subimos sin agobios y respirando en cada uno de los breves descansos. Al poco
ya estamos descendiendo hacía Torvizcón donde haremos una pequeña parada para
recargar un poco de agua y dejar constancia de nuestro paso con una foto.
Seguimos el camino contemplando la inmensidad
de Sierra Nevada a nuestra izquierda y la salvaje y agreste sierra de la Contraviesa
a nuestra derecha. El terreno es duro, continuos repechos con descansos y
bajadas que te impiden poner un ritmo constante, poco a poco vamos ganado
altura, el grupo se va estirando y reagrupando a modo de acordeón. En el km 36
llegamos a Cádiar, paramos a comer y descansar un poco. El primer tercio ya
está hecho, el comentario general es unánime, mucho más duro de lo imaginado y
lo que nos queda por recorrer ¡¡.
Tras otra foto en la fuente de la entrada del
pueblo nos ponemos en marcha y como no podía ser de otra manera, de nuevo hay
que atarse los machos para superar los casi 7 km de ascenso a los Morones,
carretera ancha, buen piso, ligera brisa que nos da de culo y que se agradece
pero un desnivel que no nos da cuartelillo, el primer km se agarra, la
pendiente oscila entre el 7% y 8%, Samuel y Paco ponen un ritmo alegre y se
alejan, Jorge, Juanma y J.A. se quedan a un ritmo más tranquilo. Un breve
descanso nos da el aire necesario para retomar la ascensión, muchas curvas y
contracurvas hacen que sea amena la subida pero la pendiente no da tregua.
En lo alto de los Morones hacemos una pequeña
parada, Juanma y Jorge han decidido que van a tomar la escapatoria camino de la
Haza del Lino, han hecho un gran esfuerzo y aunque se van a quitar la larga
subida desde Albuñol les queda un camino no exento de dureza. Es un gran mérito
lo que han hecho, otros hubieran preferido quedarse en casita pero ellos no,
hoy era una gran cita y ahí han estado, han hecho lo que han podido y bien
hecho está.
Los tres que quedamos nos lanzamos hacía
Albuñol, a recuperar algo de fuerzas, apenas nos da tiempo a contemplar las
hermosas vistas que nos ofrece el mar Mediterráneo porque la bicicleta exige
mucha atención a la bajada que es muy rápida, pasada la localidad de Albondón
las sucesivas curvas y contracurvas hacen que clavemos los frenos en más de una
ocasión.
Y de repente ya estamos en Albuñol, comienza
el coco del día, 18 km hasta la Haza del Lino, Samuel era la primera vez que
afrontaba este puerto y alguna duda le albergaba, no sabía si había hecho bien
en afrontar este reto y no haber tomado la escapatoria, dudas que pronto
quedaron disipadas cuando las rampas ya estaban encima, no hay marcha atrás
posible. Los primeros km son suaves, transcurren por la rambla que no hace
mucho causó destrozos, todavía quedan restos de la riada, pero no hay tiempo
para pensar solo de dar pedales.
Un pequeño respiro nos llega en forma de
fuente al borde de la carretera que nos invita a parar, invitación que
gustosamente aceptamos y con un poco de paciencia llenamos los secos bidones de
agua, el hilo que sale por el caño es lo mejor que puede pasar, así se tarda
más tiempo y se descansa un poco más.
Retomamos la marcha y nos metemos de lleno en
los dos km más duros de esta primera parte de la ascensión, menos mal que al
fondo de la ladera bajo unos invernaderos se deslumbra el fin de este tramo, el
calor aprieta. Conseguimos alcanzar una parte suave, las piernas lo agradecen ,
seguimos a buen ritmo, cansino, pero bien y después de una rampa un poco más
dura de lo que veníamos subiendo se divisa de nuevo el mar Mediterráneo, un
azul intenso, la mar tranquila y por fin en la lejanía vemos una plataforma
metálica, hasta allí tenemos que llegar, pero antes también vemos las primeras
casas de Sorvilán y eso significa que la pendiente nos va a dar un gran
respiro, pero tenemos que llegar y para eso hay que sortear de nuevo como la
pendiente amaga con subir, menos mal que solo es un amago.
Pasado el cruce de Sorvilán hacemos una
pequeña parada en la venta de San Marcos para llenar de agua los bidones y
tomar un poco de respiro. Reanudamos la
marcha, las piernas están ya acusando el enorme esfuerzo y el calor hace lo
suyo también, no es que sea un calor sofocante pero va pasando factura,
pensamos como tiene que ser esto en el mes de julio, bueno mejor no lo pensamos
porque nos quedaríamos pajaritos perdidos. El descanso se acaba, una ligera
bajada nos deja a pies de la última parte de la ascensión, son casi seis km que
se hacen interminables y encima la pendiente no colabora, en torno al 7% nos va
minando menos a Paco que decide que ya se ha aburrido bastante y se lanza a la
conquista de la cima, no le seguimos, Samuel va tocado y deseando llegar, J.A. se
siente bien, tiene motivos para saber que va bien comparando con las dos
ascensiones anteriores realizadas, pero decide quedarse con Samuel para que no
se venga abajo del todo, aun así nos vemos obligados a hacer una pequeña parada
a la sombra de una encina, testigo mudo del brutal esfuerzo realizado hasta
ahora, apenas nos falta dos km, el paisaje cambia cuando giramos a la derecha,
ya vemos pinadas y los más importante: las casas de la Haza del Lino, en ese
momento de nuevo Paco se lanza a la conquista definitiva, J.A. intenta seguirlo
pero el ritmo asfixiante del águila de la Ventas le hacen desistir, mejor en otra ocasión.
En la cima, una breve parada para la foto de
rigor, estamos deseando ya llegar. A
estas horas nuestros compañeros se han tenido que beber unos cuantos barriles
de cerveza, y nosotros todavía en medio del monte como las cabras.
El descenso se hace de rogar, un falso llano
picando hacía arriba nos pone de mal humor, pero todo esfuerzo tiene su
recompensa y por fin comenzamos el descenso con la imponente figura del macizo de
la sierra de Lújar como testigo y a la vez retándonos, pero me parece que eso
va quedar para otra ocasión.
Pero todavía no podemos cantar victoria, a
mitad de bajada nos encontramos con una rampa de 1.5 km a modo de despedida, no
es muy dura pero ya todo lo quesea picar hacia arriba se hace eterna, siempre
bajo la mirada atenta de macizo que vamos bordeando.
Y si, ahora por fin iniciamos el descenso
final, a lo lejos ya vemos el rio Guadalfeo y su vega, salimos a la carretera
que nos dio la salida. Para terminar nuestro periplo alpujarreño no podía ser
de otra manera que con unos 200 metros en subida hasta el camping.
Reto conseguido.
Todos nos hemos sentido bien, un recorrido
espectacular, buenísimas sensaciones. Una comida excelente y una sobremesa como
tiene que ser, a base batallitas, dimes y diretes, la salsa de todo esto.
Ahí queda el listón puesto, a ver si el año
que viene lo superamos, o ¿quizás
antes? Se admiten apuestas, a más de uno
le da que no vamos a tener que esperar un año…..
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