23 de
junio, vísperas de San Juan, preludio de las fogatas nocturnas y nosotros para
no ser menos lo celebramos con una etapa a 40 grados. A falta de fuego y brasas
hacemos nuestra particular purificación ciclística rodando por un asfalto
infernal expiando nuestros pecados.
Hasta
el aire se une a la fiesta y por una vez, maldita vez, nos da a favor con lo
cual la sensación de calor aumenta en cada remanso, hace tanto calor que ni las
chicharras cantan o por lo menos eso nos parece, o nos engañan nuestros
sentidos o estamos perdiendo la conciencia (si es que la tuvimos en algún momento).
Pero
que decimos ¡¡, somos ciclistas o peor, somos sufridores donde en apenas se
escribe dos líneas quijostescas ponemos nuestras posaderas Sanchopanzinas y el
calor no nos amedranta sino que se convierte en nuestro particular molino de
viento al que hay que derrotar a base de chepazos.
Pasado
el mal trago y ya en la faldas del castillo medieval de Tajarja comenzamos la
montaña rusa camino de Chimeneas por si las piernas no están ya lo
suficientemente calientes buscando el refugio y agua fresca en Ventas de
Huelma.
El resto
del camino se hace más llevadero y como si los hados se apiadaran de nosotros
nos regala una bajada hacía Santa Fe con el aire a favor, sí, sí parece increíble
pero por una vez tenemos el aire dando en nuestras acaloradas posaderas desde
La Malahá a Santa Fe, algo que es para celebrar y de agradecer.
Primera
etapa de Verano Azul y casi nos derretimos, esperemos que la próxima sea de
invierno rosa.
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