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Manolo y Samuel llegando a Pinos del Valle |
Hoy de
nuevo hemos tenido una etapa que no salía de Chauchina. Esa es una de las
ventajas de ser de momentos pocos, que
enseguida nos apañamos para desplazarnos a otro punto de salida. A las ocho y
media partimos Juanma, Manolo y José Antonio camino del Suspiro del Moro donde
habíamos quedado con Samuel. A las nueve y ocho minutos exactamente nos ponemos
en ruta, por delante tenemos una etapa corta, 62 km, pero con bastantes subidas
y algunas de ellas duras, muy duras. El
tiempo nos acompaña, no hace nada de frio, el aire está en calma y los primeros
km pican hacía abajo por lo que el pedalear se hace vivo y alegre, en la circunvalación de Dúrcal viene el primer
aviso, en forma de una recta empinada que no acaba nunca pero con un firme
bueno, la pasamos sin más problemas dejando hacer a Juanma que se adelanta unos
metros. Una vez llegados al cruce de Nigüelas la carretera se empina, pero
hacía abajo, un larguísimo descenso nos lleva a Beznar y después de un breve repecho
de nuevo hacia abajo hasta la presa del pantano. Como todo lo que baja luego
sube en la presa se nos acaba lo bueno y comienza el baile: la primera subida
está servida, los cambios resuenan y las respiraciones se alteran. Al comando
Samuel y Manolo, José Antonio a rueda y Juanma comienza a rezagarse, se lo toma
con calma sabedor que con los desarrollos que lleva es una temeridad apretarse desde
abajo. A mitad de subida J.A cede y la pareja Samu-Manolo se van lentamente.
Las rampas de Pinos del Valle no son excesivamente duras, hay algún que otro
descansillo que viene bien, pero también hay que estar pensando en la siguiente
subida, la de Saleres-Albuñuelas que es dura de verdad.
Un breve descanso el
Pinos del Valle para tomar algo y hacer unas fotos. El tiempo sigue siendo estupendo y con unas
vistas inmejorables, Sierra Nevada a nuestra derecha y el todo el Valle de Lecrín
con sus naranjos y limoneros y ese olor a azahar. Muy bucólico todo, pero tras
un descenso rápido donde hay tiempo hasta para coger algunas naranjas nos tropezamos
con la primera rampa, 300 metros al 12% para abrir boca, tras un ligero
descanso, apenas 50 metros, ya vemos la segunda rampa al 20%, la carretera se empina con furia
despiadada, con todo metido cuesta mantener el equilibrio, un breve descansillo
y de nuevo se vuelve a empinar a la altura del cementerio 200 metros al 21%, Samuel
se pregunta porque siempre colocan los cementerios en pendientes criminales, la
respuesta parece obvia…y sin solución de continuidad, de nuevo otra rampa un
poco más “suave” solo al 17%, la rueda de mi bicicleta hace amagos de querer
levantarse, me tengo que poner de pie y calmar la furia del asfalto,
sencillamente es salvaje la dichosa pendiente, Samuel no puede más y echa pie a tierra pero lo que
no sabe es que apenas le quedaban 50 metros para coronar y como casi siempre
que echas pie a tierra aparece algún colega en sentido contrario para dar fe de
tu pequeña claudicación, no hay intimidad ni para pararse. Bueno, pues todavía nos queda otra rampa,
para llegar a lo más alto y para variar otra vez al 20%, yo hecho pie a tierra
en el descanso que hay antes para echar una foto a Juanma que antes no se la
pude hacer. Una vez superado este alto, los piropos son variopintos pero todos
van en la misma dirección: subida de categoría HP, corta, pero muy HP.
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Juanma subiendo la última rampa antes de llegar a Albuñuelas |
Lo más difícil ya está superado, solo nos queda la
última subida camino de Cozvijar, es menos dura que las anteriores pero más
larga. Se hace al ritmo que puede cada uno: Samuel y Manolo juntos, hoy parecen
una pareja muy bien avenida, J.A. detrás y Juanma en la cola acordándose de
esos desarrollos que no tiene y que si los tuviera……, bueno, espero que algún
día me haga caso y se pase al triple plato.
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Como se agradece la bajadita |
El resto de la etapa ya es facilona, hasta Dúrcal
picando hacía abajo. Solo nos queda la subida de Suspiro del Moro, lo que antes
descendimos alegremente ahora lo subimos acordarnos de del viento que nos pega
de cara, en fila india, protegiéndonos como podemos, haciendo los últimos km.
Tres horas y 4 minutos, etapa corta pero intensa. Dentro de dos semanas me
espera estos mismos km más la subida terrorífica a Cumbres Verdes en la IV
Marcha de los Nazaríes, no me acompaña ninguno, se ve que las rampas del cementerio
de Saleres les han quitado las ganas.
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