La etapa de hoy la teníamos pendiente desde hace tiempo, por una causa u otra se fue retrasando pero al final ha caído. Con un día claro, soleado pero con frío al principio nos pusimos a la ruta. Normalmente este recorrido viene asociado al calorcito y a las grandes cabalgadas pero hoy la hemos tomado con calma, con sosiego para disfrutar del paisaje. El aire un poco molesto se convirtió en cruel cuando ya casi estábamos coronando el puerto de los Alazores, pegaba de tal manera que en determinados momentos la bicicleta se hacía incontrolable, menos mal que esas ráfagas eran esporádicas. El ritmo de subida fue tranquilo, el puerto es agradecido con numerosos descansos que endulzan los casi 25 km de continua ascensión desde Loja.
A mitad de puerto nos cruzamos con nuestros compañeros de Alfarnate Cicloturismo, siempre da gusto saludar a compañeros aunque no nos conozcamos personalmente.
En lo alto del puerto de los Alazores nos hacemos la típica foto para inmediatamente descender para Alfarnate y reponer fuerzas. Se respira tranquilidad, el frío casi desaparece para dejar una mañana estupenda y con las fuerzas repuestas, hacemos la vuelta por el mismo camino. La corta pero empinada ladera de Alazores rompe la unidad del terceto para que cada uno suba a su ritmo, la carretera es excelente y el aire nos da un respiro soplando incluso a favor, pero la felicidad no podía durar mucho y menos hablando del señor viento, nada más coronar y para animar la larga bajada hasta Loja, Eolo se volvió caprichoso y nos sacudío de lo lindo, quizás para que no bajáramos a lo loco.
Una vez completado el descenso entramos a Loja por las rampas del Llano Piña.
Etapa corta de tan solo 68 km acorde con las fechas en que estamos, ya tendremos tiempo de cabalgadas.
A mitad de puerto nos cruzamos con nuestros compañeros de Alfarnate Cicloturismo, siempre da gusto saludar a compañeros aunque no nos conozcamos personalmente.
En lo alto del puerto de los Alazores nos hacemos la típica foto para inmediatamente descender para Alfarnate y reponer fuerzas. Se respira tranquilidad, el frío casi desaparece para dejar una mañana estupenda y con las fuerzas repuestas, hacemos la vuelta por el mismo camino. La corta pero empinada ladera de Alazores rompe la unidad del terceto para que cada uno suba a su ritmo, la carretera es excelente y el aire nos da un respiro soplando incluso a favor, pero la felicidad no podía durar mucho y menos hablando del señor viento, nada más coronar y para animar la larga bajada hasta Loja, Eolo se volvió caprichoso y nos sacudío de lo lindo, quizás para que no bajáramos a lo loco.
Una vez completado el descenso entramos a Loja por las rampas del Llano Piña.
Etapa corta de tan solo 68 km acorde con las fechas en que estamos, ya tendremos tiempo de cabalgadas.
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